Errores. Sergio Rubira.
 

05 QUINTA CAJA / EXPOSICIÓN PORTÁTIL

COMISARIO: SERGIO RUBIRA
 

La historia de la fotografía ha estado siempre muy vinculada a la idea de error, aunque se haya preferido relacionar tradicionalmente con ese otro concepto tan peligroso como es el de progreso. Desde su creación, los fallos técnicos, los accidentes, los despistes, los descuidos y las casualidades fueron admitidos como una parte de la misma fotografía y sus procesos.


Primer caso:


En 1841, William Fox Talbot patentó el calotipo, una de las primeras técnicas fotográficas que utilizaba el negativo. Este descubrimiento fue fruto de un error en el laboratorio: uno de los papeles impregnados en sales de plata de Talbot no había registrado la imagen y éste volvió a sumergirlo en la solución para poder reutilizarlo creyendo que la primera vez no había quedado suficientemente sensibilizado. Su sorpresa se produjo cuando al sumergirlo, la imagen empezó a desvelarse poco a poco. Estaba latente en el papel.


Segundo caso:

La trayectoria de Man Ray está llena de fallos, aunque quizás él hubiese preferido llamarlos azares. Uno de ellos fue la solarización. Lee Miller, que en ese momento era su asistente, además de su modelo, expuso a la luz un negativo cuando lo estaba revelando en el cuarto oscuro. Esta exposición provocó que resultara una imagen con luces y sombras excesivas que creaban un extraño aura en torno al personaje. Otro sucedió cuando retrató a la excéntrica Marquesa Casati, uno de esos personajes con mucho de obra de arte en sí mismos que eran fundamentales en el París de las Vanguardias. Ella no dejó de moverse durante la sesión y el efecto de barrido que multiplica sus misteriosos ojos fue la consecuencia que hizo del retrato un icono. Mostrarlo fue un empeño de la propia aristócrata, Man Ray no quería enseñarlo.

Tercer caso:


No sólo hay errores técnicos asumidos como parte del proceso o de un estilo sino también fotografías consideradas fallidas que han pasado a formar parte de nuestro imaginario como la que Jacques-Henri Lartigue tomó en 1913 de un coche Schneider en la carrera del Grand Prix del Automobile Club de Francia que se celebraba en Dieppe y que él rechazó. Esta imagen hoy representa la fascinación por la velocidad y la atracción por la máquina de toda una época.


¿Cuarto caso?


Dar una segunda oportunidad –como la que tuvieron las anteriores– a algunas imágenes que fueron descartadas es una de las intenciones de esta selección. También reflexionar sobre los límites entre lo que se considera fallo y acierto, fronteras que son difíciles de concretar y que en ocasiones sólo para el fotógrafo que toma la imagen son perceptibles. Buscar fallos, tipos de fallos, desde los técnicos de algunas de ellas (un flash demasiado, o no lo bastante, luminoso; una cámara que decide libremente si la fotografía es horizontal o vertical; un perfil desenfocado, un mal escaneado del negativo) hasta los humanos (una puerta que no debería estar allí, un trípode olvidado, unos zapatos manchados), pasando por lo accidental (alguien que se mueve de una forma inesperada) y el encuentro (unas luces fundidas) que se convierten en ese “instante preciso” del que tanto se escribe en fotografía. Otros, sin embargo, tienen un carácter personal: cómo no quiero que me vean (“no se corresponde con mi estilo” y una fotografía del álbum privado desechada pero que todavía se siente) o son testimonio de algo que cuesta perdonar (una visita que nunca se hizo y que ahora es imposible realizar).


Una caja llena de errores que aspira a convertirse en una llena de logros.

Sergio Rubira